Cómo hemos cambiado

¡Madre mía! Desde 2016 que no entrábamos aquí. No se puede ser más perro ¡Imperdonable! Pero, ¿qué es lo primero que hace uno cuando lo confinan en casa en plena pandemia? Pues montar una tienda online, una página web, abrirse un TikTok o una cuenta de Instagram, etc. De la tienda paso, como del TikTok. Y lo de la página web... Pues resulta que tenía una desde 2016 muerta de la risa. Como esa planta a la que no haces caso, pero ahí sigue, que no sabes si va a salir adelante o va a acabar en el contenedor marrón. Y como esto parece que va para largo, mataré el aburrimiento con esta entrada.
El objetivo es inspirar al que nos lea para que cambien la decoración de su casa y demostrar que por muy vieja que ésta sea, las posibilidades son muchas.

En 2016 vivíamos en una casa de 50 metros cuadrados. Un tercero sin ascensor. La finca, aquejada de aluminosis, era para salir corriendo sin echar la vista atrás (de los años 50-60). Y en cuanto a la comunidad... ¿Qué decir de mi antigua comunidad de vecinos? Un traficante de drogas, un vecino sordo y alcohólico que vivía con un hijo con evidentes problemas de control de ira, una okupa y un transportista atrapado en la ruta del bakalao.


Encantador, ¿verdad?
Ventanas de aluminio, puertas de mobila pintadas con Titanlux (y el típico cristal esmerilado) y aquellos azulejos psicodélicos típicos de los 60 (aunque el suelo original era negro con vetas blancas, imitando al mármol). ¿Os vais haciendo una idea?

La cuestión es que era el único sitio que teníamos para vivir porque somos pobres como ratas y que no había más remedio que aguantar con aquello. Por supuesto, el presupuesto para muebles era mínimo (lo justo para comprar un sofá y una cama), por lo que descartamos muebles nuevos y nos decidimos por la segunda mano. Poco a poco, nos fuimos haciendo con piezas cuyos dueños desechaban por su mal estado de conservación o, simplemente, porque estaban hasta los cojones de verlas no estaban de moda.

El resultado es el que podéis ver en las fotos de esta entrada. Opinable, como todo. Pero la casa terminó siendo acogedora. Y nuestra, que era lo que nos importaba.
Al cabo de los tres años logramos mudarnos a otra, en parecidas condiciones de conservación, pero mejor situada y sin vecinos "indeseables".
Pero esa es otra historia.

Comentarios

Entradas populares