Espejito, espejito



No hay revista de decoración que hojees en la que no se vea un espejo con forma de sol. Si bien ahora vivimos una especie de fiebre por estos objetos, el sol como motivo decorativo podría tener su origen en las aureolas que rodeaban algunos figuras religiosas medievales.

Pero, sin duda, el despiporre llegó de la mano del rey Luis XIV (conocido como el Rey Sol), quien eligió la cabeza de Apolo envuelto en rayos como emblema personal. Durante su reinado, muchos muebles y piezas arquitectónicas fueron decoradas con este motivo, lo que llevó a una mejora continua de los métodos de producción de espejos.
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Los de latón o metal, tanto de hojas como de rayos, eran habituales en las casas españolas en la década de los años 60. Todos ellos se inspirarían en los creados originalmente por Gilbert Poillerat, decorador y maestro herrero francés (quien, a su vez, se inspiró en el art-déco) y Line Vautrin, una artesana del latón y el Talosel (acetato de celulosa).

Además de espejos, el astro rey ha inspirado otros objetos como apliques de techo o pared. Este que podéis ver en las fotos es un ejemplo.


Realizado en hierro forjado, está compuesto por una serie de picos puntiagudos que alternan en tamaño alrededor de la circunferencia que contiene el espejo central. Lo único que se conservaba de la pieza original era la estructura, por lo que decidimos transformarlo en espejo (es la única parte nueva, además del falso pan de oro utilizado para su restauración).




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